Percepciones por sobre realidades
Axel Christensen Director de Estrategia de Inversiones para América Latina de BlackRock
- T+
- T-
Axel Christensen
El Banco Central Europeo (BCE) confirmaría esta semana que son inminentes los aumentos de tasas de política monetaria, y los mercados esperan que suban hasta bien entrado 2023. La Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) llegaría a tasas máximas a fines de este año. Otros bancos centrales, incluyendo Chile y Perú, también enfrentan decisiones similares y los mercados también anticipan que las subidas de tasa continuarán.
En este entorno, la suma de alzas de tasas acabará siendo menor que la de ciclos pasados. Los bancos centrales tendrán que tolerar algo más de inflación en lugar de aplastar el crecimiento. Sin embargo, los mercados se han ido preparando para asumir acciones más agresivas por parte de los institutos emisores. Rápidamente, perciben riesgos de incrementos excesivos afectando la actividad e incluso empujando a algunas economías a una recesión.
“Es necesario entender que hemos entrado en una era en que las restricciones de producción se han convertido en los impulsores dominantes de la inflación. Poco o nada pueden hacer las tasas de política monetaria para frenar este tipo de alzas”.
Los mercados financieros suelen moverse en el corto plazo más en función de percepciones que de realidades y eso nos ha llevado a recortar nuestra exposición a renta variable. En el largo plazo, donde finalmente priman los fundamentos, seguimos manteniendo una visión positiva que se expresa en una sobreponderación de las acciones por encima de la renta fija.
Ya lo advertía el economista británico John Maynard Keynes, cuando señalaba los factores que explicaban el comportamiento de los mercados financieros en el corto plazo. Usando el ejemplo de los concursos de belleza, advertía que se debía prestar más atención a las percepciones de los demás participantes del jurado en las decisiones, que a las visiones propias para predecir al ganador del certamen. Precisamente, es lo que nos mueve a tomar una posición más cautelosa, a pesar de que creemos que el mercado exagera la agresividad de la reacción por parte de los bancos centrales frente a la actual situación de inflación.
Es claro que el BCE, la Fed y otros bancos centrales deben normalizar rápidamente las políticas de emergencia adoptadas durante la pandemia. Enfrentan una inflación que está alcanzando máximos de varias décadas y sienten la presión de controlarla. Pero también es necesario entender que hemos entrado en una era donde las restricciones de producción se han convertido en los impulsores dominantes de la inflación. Poco o nada pueden hacer las tasas para frenar este tipo de alzas. Luego, los bancos centrales se enfrentan a la disyuntiva de controlar agresivamente la inflación, y con ello aplastar el crecimiento, o vivir con inflación más alta que antes de la pandemia. Es probable que al menos el BCE y la Fed se inclinarán, al final, por lo segundo. Pero en el intertanto queda la puerta abierta para que los mercados esperen un ajuste excesivo ante cualquier signo de inflación persistente y eso nos mantiene neutrales en acciones a corto plazo.
Con todo, creemos que los bancos centrales finalmente tendrán que ajustarse a vivir algo más con inflación. Eso sustenta nuestra visión central de preferir las acciones a los bonos en el largo plazo, pero tenemos menos convicción en un horizonte de 6 a 12 meses. Buscamos señales de que los bancos centrales reconozcan el compromiso de vivir con cierta inflación en aras de preservar el crecimiento. Un giro de la política monetaria en los próximos meses en esa dirección de equilibrio sería un catalizador para volver a sobreponderar la renta variable.